La efectividad del Reductil (sibutramina) para adelgazar

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a efectividad del Reductil (subitramina) para adelgazarLa historia del Reductil en la farmacopea de la última década ha sido una relación de amor y odio entre la sibutramina -su principio activo-, y los organismos estatales responsables del medicamento; con la salud del consumidor, siempre, sobre el banco de prueba.
Se trata de un compuesto que actúa sobre el sistema nervioso central, sobre la zona del cerebro que supervisa el apetito. En realidad, se encarga de falsear nuestra percepción, al darnos por satisfechos con poca comida que ingiramos.
El proceso afecta, en particular, a la serotonina, neurotransmisor responsable de la inhibición selectiva del apetito. Es decir, consigue que esta monoamina envíe al cerebro señales de saciedad que reprimen la necesidad de comer. Sin embargo, no podemos olvidar que se trata de una sustancia inhibidora, también, del sueño, el humor o la sexualidad.


Su aparición en el mercado estuvo sostenida por estudios que certificaban su efectividad en el tratamiento del sobrepeso. La Sociedad Española para el Estudio de la Obesidad (SEEDO), llegó a reconocer sus ventajas, avalando positivamente los resultados clínicos y señalando que el posible peligro afectaba únicamente a los consumidores sensibles, entre otros, a problemas cardiovasculares, digestivos, neurológicos o psiquiátricos. Quienes estaban regulados por un especialista conseguían reducir el peso de forma controlada.

Lo que en teoría parecía una pequeña trampa al hipotálamo, afectando sólo nuestro nivel de saciedad, se convirtió, en 2010, en una decisión de la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (AEMPS), que prohibía su prescripción, distribución y venta; basándose en un amplio estudio realizado sobre posibles riesgos cardiovasculares. La Agencia concluyó que los peligros de Reductil no llegan a compensar sus lentos beneficios, a los que se podrían acceder por métodos menos agresivos.

España reaccionaba así a un proceso que Estados Unidos y varios países de la Unión Europea habían ya emprendido años atrás. Algo lógico, si consideramos que desde el año 2002 la prensa se venía haciendo eco de una serie de fallecimientos achacados al consumo de sibutramina.
Hoy, una década después, las farmacias españolas han dejado de vender este fármaco anorexígeno, cuyas desventajas parecen superar, en mucho, sus virtudes.

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