Ilustración de dolor en pie artrítico.

¿Qué es y cuáles son los síntomas de la metatarsalgia?

metatarsalgia pieSi notas que últimamente te está doliendo mucho el pie, este post te interesa. Puede ser que tus metatarsos estén sufriendo esta dolencia. ¿No sabes qué es la metatarsalgia? ¡En el post de hoy te lo contamos todo! Qué es, causas, síntomas, tratamiento…

Empecemos hablando de qué es. Verás, cuando hablamos de metatarsalgia hacemos referencia al dolor que se sitúa en la parte anterior del pie y, más concretamente, en los huesos metatarsianos. Este dolor puede aparecer por diferentes causas. Así, una de ellas hace referencia a los cambios anatómicos. Otra a la deshidratación y, consecuentemente, la pérdida de elasticidad del tejido adiposo del arco del pie. Esta también puede ser el resultado de otras enfermedades sistémicas, reumáticas o, incluso, infecciones.


¿Quieres saber si la puedes estar padeciendo? ¡Hablemos de los síntomas! Si sufres metatarsalgia, sentirás un dolor insoportable en la parte anterior del pie. Normalmente este se dirige hacia la región plantar, aunque, a veces, también va hacia la parte dorsal. Este dolor se hace mucho más insoportable cuando caminas o tras echar mucho tiempo de pie y disminuye cuando te tumbas o te sientas.

¿Qué consecuencias puede acarrear este dolor? Pues, de repente, sin notarlo empezarás a caminar de forma incorrecta o a aguantar el peso en la pierna en la que no sientes dolor, lo que a largo plazo puede conllevar otras complicaciones, como el dolor de espalda.

Pero, para saber si realmente estás sufriendo metatarsalgia, deberás acudir al médico. Este te hará un examen clínico y puede llegar a pedirte una radiografía, una ecografía o un baropodómetro (una prueba que tiene como fin medir cómo distribuyes la carga en las plantas).

Si ya has confirmado que tienes metatarsalgia, ahora te estarás preguntando cómo tratarla. Pues, en primer lugar, evidentemente, necesitarás reposo y para acabar con el dolor lo mejor será que acudas a una terapia física o manual. Por supuesto, olvídate de los zapatos estrechos y apuesta solo por los anchos que no te presionen los dedos. A veces, si esto no funciona, no queda más remedio que someterse a un tratamiento quirúrgico.

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