Las propiedades de la lecitina de soja para proteger tu organismo
La lecitina de soja procede, evidentemente, de la semilla de soja, y esta compuesta por fosfolípidos denominados fosfatidilcolina. Las propiedades de la lecitina de soja son numerosas y variadas, motivo por el cual han pasado a formar parte de numerosas dietas con fines saludables en los últimos años. Su valor nutricional por cada 100 gramos llama la atención por tener más de 700 calorías, pero únicamente posee 73 gramos de grasas no saturadas y por lo tanto beneficiosas para nuestro organismo.
Una de sus principales ventajas es la reducción de los depósitos de grasas, los triglicéridos y el colesterol, produciendo además un aumento del llamado colesterol “bueno”. Por ello la lecitina de soja es de gran ayuda para aquellos con problemas cardiovasculares puesto que implementan la circulación y eliminan el colesterol en sangre, previniendo enfermedades de este tipo. Por esto mismo es enormemente beneficiosa para la digestión y el cuidado del hígado.
Es usada en dietas de adelgazamiento ya que acelera el metabolismo, pero destaca además por sus valores antioxidantes, gracias a la alta presencia de vitamina A y E en su composición, por lo que ayuda a detener el envejecimiento.
Se han demostrado además sus beneficios para el cerebro, puesto que los fosfolípidos son neurotransmisores fundamentales para la buena comunicación de las células nerviosas. Esto hace que no sólo mejore los procesos intelectuales como la memoria sino que sirve como prevención a enfermedades degenerativas como el Alzeimer. Igualmente es muy recomendable su consumo para aquellas mujeres que atraviesan la menopausia o están cerca de ella, ya que al ser rica en isoflavonas aporta al cuerpo los suficientes estrógenos naturales como para evitar o paliar los problemas asociados a dicho proceso.
Ya sabes qué es la lecitina de soja y cuales son sus principales propiedades, pero si te preguntas cómo consumir este suplemento, debes saber que es posible hacerlo en forma de comprimido o cápsulas, si bien lo más habitual es encontrarla en forma de granulado. La dosis suele ser de dos pequeñas cucharadas al día, y puede consumirse con facilidad acompañando a un yogur, espolvoreada en cualquier tipo de alimento o en bebidas como leche y zumos.