Las 10 normas básicas de la dieta mediterránea

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Ya desde hace años se han exaltado las cualidades y virtudes de la dieta mediterránea. En toda tertulia sobre nutrición siempre se destacan sus beneficios, en la publicidad está muy presente, etc. lo que provoca hasta cierto punto que tengamos ideas equivocadas o falsas «realidades» en torno a la dieta mediterránea.

Para salir de dudas te propongo estas 10 normas que resumen los pilares y las características de dicha alimentación, que se puede decir que es más bien un estilo de vida.

1. Utilizar el aceite de oliva como principal grasa de adición.

Es el aceite más utilizado en la cocina mediterránea. Es un alimento rico en vitamina E, beta-carotenos y un tipo de grasa vegetal (monoinsaturado) que le confieren propiedades cardioprotectoras.

Este alimento representa un tesoro dentro de la dieta mediterránea, y ha perdurado a través de siglos entre las costumbres gastronómicas.

A pesar de sus virtudes tampoco conviene abusar, con 3 cucharadas diarias es más que suficiente.

2. Consumir alimentos vegetales en abundancia: frutas, verduras, legumbres y frutos secos.

Las verduras, hortalizas y frutas son la principal fuente de vitaminas, minerales y fibra de nuestra dieta y nos aportan, al mismo tiempo, una gran cantidad de agua.

Es muy importante consumirlas a diario y la cantidad recomendada son cinco raciones entre ambas.

Gracias a su contenido elevado en antioxidantes y fibra pueden contribuir a prevenir, entre otras, algunas enfermedades cardiovasculares y algunos tipos de cáncer.

3. El pan y los alimentos procedentes de cereales (pasta, arroz y sus productos integrales) deberían formar parte de la alimentación diaria.

El consumo diario de pasta, arroz y cereales en general es imprescindible por su composición rica en carbohidratos.

Nos aportan una parte importante de energía necesaria para nuestras actividades diarias. Hay que tener en cuenta que sus productos integrales nos aportan más fibra, minerales y vitaminas.

4. Los alimentos poco procesados, frescos y locales son los más adecuados.

Es importante aprovechar los productos de temporada ya que, sobretodo en el caso de las frutas y verduras, nos permite consumirlas en su mejor momento, tanto a nivel de aportación de nutrientes como por su aroma y sabor.

5. Consumir diariamente productos lácteos, principalmente yogurt y quesos.

Nutricionalmente hay que destacar que los productos lácteos son excelentes fuentes de proteínas de alto valor biológico, minerales (calcio, fósforo, etc.) y vitaminas.

El consumo de leches fermentadas (yogurt, bio, etc.) se asocia a una seria de beneficios para la salud porque estos productos contienen microorganismos vivos capaces de mejorar el equilibrio de la microflora intestinal.

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