Qué es la rosácea y posibles tratamientos para mitigarla
La rosácea es una enfermedad frecuente que afecta a la piel de la cara, centrándose en los pómulos, la nariz, la frente, la barbilla y, en casos extremos, los ojos. No se conoce con exactitud qué provoca este trastorno, pero se sabe que las personas que tienen mayor tendencia a ruborizarse también suelen desarrollarla más frecuentemente, así como ciertos factores, como el calor y el alcohol, hacen que el problema se agudice.
Algunas personas pueden incluso desarrollar pústulas y heridas cutáneas que provocan un intenso picor y quemazón. Estas pústulas se producen debido a que la piel se vuelve extremadamente seca. Suele ser bastante común y en algunos casos puede tornarse un trastorno crónico caracterizado por la alternancia entre períodos de remisión y de exaltación.
Este trastorno suele presentarse de forma más habitual en personas de tez blanquecina y en mujeres, sobre todo cuando estas alcanzan el período de la menopausia, entre los 40 y los 50 años.
La rosácea no tiene cura en estos momentos, pero existen una serie de posibles tratamientos que ayudan a mejorar los síntomas.
Para las pústulas, el picor y la quemazón, lo más frecuente es usar antibióticos de vía oral, pero hay productos naturales que ayudan, más que a curarlas, a que no se formen. Aplicar un gel de aloe vera antes de dormir hará que la piel esté más hidratada al día siguiente.
Además, una dieta rica en alimentos con vitamina B, como el tomate, el pepino (el cual puedes aplicar directamente sobre la cara) y el rábano, ayudan a regular la secreción del sebo que lubrica la piel. Pero recuerda que, lo primero que has de hacer, es ponerte en manos de un dermatólogo, el cual te aconsejará y te ofrecerá las soluciones que mejor se ajusten a tu tipo de piel.