Golosinas: siempre prescindibles

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Las golosinas son siempre una tentación, y no sólo para los más pequeños. La mayoría de nosotros sabemos que no son buenas para la salud, y por eso tratamos de restringirlas en nuestros hijos (lo que no siempre es fácil entre cumpleaños, visitas al kiosko y familiares malcriadores varios).

Pero, ¿sabemos exactamente en qué consisten? ¿qué problemas nos puede traer el abuso de chucherias?

  • No son nada nutritivas. Las golosinas no aportan nada útil en nuestra alimentación: carecen de vitaminas, minerales, fibra o proteínas, y aunque nos aportan hidratos de carbono en forma de azúcares, se trata de azúcares sencillos, los menos atractivos desde el punto de vista nutricional.
  • Las golosinas son, sobre todo, azúcar. Más de un 50% de su composición es azúcar, lo que se completa con otros hidratos de función gelificante, y varios tipos de aditivos.
  • Son altas en calorías. Por cada 100 g (unas 14 unidades, aunque depende del peso de cada gominola) nos aportan unas 350 calorías, lo que es demasiado para un producto con nulo valor nutricional.
  • Aunque no son tan altas en colorantes como podría parecer por sus colores brillantes, llevan azoicos, que son colorantes que pueden causar problemas de hiperactividad o asma en personas predispuestas. Además, la gran mayoría de los aditivos son artificiales (aunque por supuesto están controlados y no son dañinos para la salud).
  • El abuso de las gominolas puede provocar caries y obesidad, además, en la infancia, sirve para instaurar hábitos poco sanos de alimentación. Los niños se acostumbran a comer algo que no es nutritivo, que engorda y que encima les quita el hambre para comer «alimentos buenos». Por no hablar de que les acostumbra el paladar a sabores demasiado dulces, lo que puede desencadenar problemas con la glucosa en el futuro.

Evidentemente, tomar golosinas de vez en cuando no va a matar a nadie, pero tampoco le va a aportar nada. Aunque los placeres de la vida están para disfrutarlos, es especialmente relevante controlar la ingesta de gominolas durante la infancia, ya que ese es el momento en que se instauran hábitos de alimentación que pueden perdurar toda la vida. Especialmente en niños con sobrepeso, las gominolas deberían ser una excepción que no sobrepase el una vez al año no hace daño.

Además, conviene lavarse bien los dientes después de tomar golosinas, para eliminar restos de azúcar, pues en solo 20 minutos estos pueden haberse convertido en ácidos que ataquen el esmalte de los dientes.

Por último decir que aunque últimamente se han puesto de moda las tartas de golosinas entre adultos -espero que no entre los niños- son una aberración. Proponer como postre montones de golosinas es renunciar a una tarta de chocolate tradicional que, será también muy calórica, pero al menos mucho más nutritiva.

¿Te gustan mucho las golosinas o las consideras algo propio de niños? ¿Cómo controlas la ingesta de chucherías de los más pequeños?

Vía: Consumer

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