Grasas saturadas y trans : sus consecuencias
El abuso de grasas saturadas y grasas trans no solo es perjudicial para nuestro sistema cardiovascular (de lo que ya hemos hablado en numerosas ocasiones) sino también para nuestro estado anímico y nuestro funcionamiento mental. Otras dos buenas razones para seguir una alimentación sana y equilibrada ;).
Y es que un estudio realizado por las Universidades de Navarra y Palmas de Gran Canaria ha concluido que ingerir este tipo de grasas (presentes sobre todo en la cómida rápida, lácteos enteros y la bollería industrial) eleva el riesgo de depresión en un 42%.
Según el estudio, estos datos podrían explicar porque en España o Grecia (famosas por su dieta mediterránea rica en grasas monoinsaturadas procedentes del aceite de oliva o de pescados) la incidencia de la depresión es mucho menor que en los países del Norte de Europa (que consumen más lácteos y cocinan con mantequilla -en lugar de aceite de oliva-). De la misma manera, esto explicaría por qué la depresión está avanzando rápidamente en España (ya que la tradicional dieta mediterránea se está perdiendo a marchas forzadas).
Según el estudio, un 30% de los casos de depresión son atribuibles a una alimentación rica en grasas.
Por otro lado, el Instituto Francés de Investigación para la Salud ha realizado un estudio que confirma la relación entre obesidad, diabetes, hipertensión y deterioro cognitivo en la vejez. Así, una seguir una dieta equilibrada y rica en grasas monoinsaturadas (como la mediterránea) supondría un factor de protección frente a la pérdida de memoria, mientras que el consumo de grasas saturadas y trans contribuiría a la obesidad y por ende, a menor rendimiento intelectual en la vejez.
Esto no significa que las grasas saturadas sean el demonio (de las grasas trans sí puedes prescindir por completo), solo que hay que controlar su ingesta y tratar de priorizar el consumo de grasas más sanas, como las insaturadas.
Vía: El Mundo